Apendicitis crónicas (las páginas colgantes)

TEORÍA DE LA PROSA - IRRESPONSABILIDAD DEL VERSO - IMAGINACIÓN DEL ENSAYO - INCERTIDUMBRE DE LA REFLEXIÓN

Prosopagnosia



“O se implementan estrategias —que a veces entrañan tender trampas— para no caer entrampado  o se cae en las trampas que las estrategias de otros tendieron para atrapar ese paso en falso que nadie está exento de dar y por el cual se termina en el suelo y de rodillas.

Tropezar al borde del abismo implica, como posibilidad inequívoca, caer en él o al menos resbalar hacia él.

Muchas veces no hay ninguna matita de la que aferrarse y se rueda, indefectiblemente, hacia el fondo final. Otras, uno alcanza a aferrarse. En vez de caer queda pendiendo ahí, sobre el vacío, como una cosa, suspendida y trágica, que patalea si no se es ducho en esa clase de riesgos atléticos y termina, con tanto escándalo, por arrancar la generosa matita proveída por la naturaleza, cumpliendo, en tiempo y forma, el destino de estrellarse. Si es ducho no patalea y, con pericia, consigue trepar, aunque el borde sea de ese pedregullo flojo que se desgrana en la mano, solidario con el cometido del destino.

La superficie entonces, es otra cosa. Uno descubre la matita salvadora y el traicionero pedregullo desgranable y por las dudas, descubre también sus propios zapatos y sus propios movimientos desventurados.

Luego evalúa su propia vocación de bordeador de abismos, de equilibrista de riberas representadas por cuerdas flojas, de experto clavadista en ollas marítimas rodeadas de escolleras. Se evalúa, digamos, porque tiene que recuperar la confianza que el abismo le acaba de morder.

Cuando se mira hacia abajo y se ve el fondo de esa boca que no tiene fondo, y se sabe que allí es donde se apilan uno sobre otros los cadáveres de otros equilibristas, el abismo se apodera de los pasos de su bordeador y los devora con pasional lentitud.

Caminar por su labio, entonces, es vivir en un vahído perpetuo donde la realidad parece hologramática y el suelo no es el suelo ni el aire es el aire y todos los movimientos son en falso.

Ese es el verdadero aprendizaje. Caminar sin temor entre lo falso como si fuera verdadero o, mejor aún, entender con la convicción más profunda y rudimentaria, que lo verdadero de ciertos caminos es exclusivamente lo falsos que son.”

—Busquemos uno que conozcamos más.— me dice Benedict tratando de reconocerme en el espejo.

—Son todos iguales. Como nosotros dos.

— ¿Por eso los vas…?

Me paro, ahora, entre Benedict y el espejo. Mi forma anula la suya ahí, en ese lugar en el que nos miramos los dos.

—Sí. Eliminando… —digo, con tranquilidad eufemística— hasta que demos con el que en realidad es, por una sencilla cuestión de supresión ¿Te parece mal?

Como no me contesta, sé que se ha ido, como toda vez que no quiere ensuciarse las manos con sangre ni con lágrimas.



(De: Sensación de moebius)


De las cartas cerradas y otras incoherencias




 Carta sin enviar

Seguramente es el cansancio que arrastro y que va más allá de lo físico, lo que me separa violentamente de lo literario. 

Mi pasión queda ahí, colgada como una pobre pena, desahuciada en una plaza seca. 

La dejo atrás mientras me voy, lo mismo que si me hubiese quitado un perramo porque dejó de llover. Lo olvido en el perchero de un bar ocasional, donde bebí té antes de marcharme y abandonarlo. Como no llueve afuera, ya el perramo no es parte de mi necesidad y queda atrás.

O quizás es que ya he escrito demasiadas veces la misma página del mismo libro y aunque quiera cambiar mis infinitos, son sólo infinitos que se repiten y repiten, infinitamente.

A veces necesito, con desesperación, regresar a mi casa.





Técnicas de cacería





Un animal de tormenta o un animal del miedo son dos definiciones que me gustan de mí. Es poco probable que el apuro me acontezca, siquiera cuando estoy agazapado y estático y lo único pulsátil que se perciba de mi forma sea la aguda necesidad del salto encima de la presa.

Pulsa dentro de mí con una urgencia torturante, agarrotando los músculos en la estrechez y contención a las que los someto, porque no todos los tiempos son el tiempo de hacer algunas cosas, por más exigencia que tengamos en concretar el hecho de morder.

Entonces, contenido, imagino el bocado, el sabor del bocado, esa disolución carnosa y salivar, con gusto líquido. Esa sensación en las manos de temblorosa expectación que recorre a la presa cuando  —casi sin utilizar mi fuerza— la contengo.

Para ciertas cuestiones soy una bestia calma que se toma su tiempo. Lo más disfrutable es sentir la urgencia y posponerla, trabajar en el ímpetu como una condición de la satisfacción.

Tuve mis tiempos en que era puro ímpetu y nada podía detener mi voluntad de salto. Entonces disfrutaba de la presa cayendo, de sentirla caer y de las magulladuras que provoca el revolcón sobre la tierra de la cacería. La devoraba con intemperancia como al último banquete de este mundo y no guardaba siquiera un sesamoideo de recuerdo. Masticaba hasta los sesamoideos y olvidaba, olvidaba con rapidez. Siempre había otra presa por delante y en mí, siempre había otra furia.

Los años, sin embargo, van dotándome de técnicas más dulces que se ajustan mejor a mis partes peores. Técnicas que no precisan de tanto despliegue muscular y se vuelven mucho más viscerales, más intensas, más ajedrecísticas y más satisfactorias. 

Como se aprende a matar un enemigo, también se aprende a matar un corazón sin ensuciarse.


(De: Sensación de moebius) 


Participan en este sitio sólo escasas mentes amplias

Uno mismo

En tu cuarto hay un pájaro (de Pájaros de Ionit)

Un video de Mirella Santoro

SER ISRAELÍ ES UN ORGULLO, JAMÁS UNA VERGÜENZA

Sencillamente saber lo que se es. Sencillamente saber lo que se hace. A pesar del mundo, saber lo que se es y saber lo que se hace, en el orgullo del silencio.

Valor de la palabra

Hombres dignos se buscan. Por favor, dar un paso adelante.

No a mi costado. En mí.

Poema de Morgana de Palacios - Videomontaje de Isabel Reyes

Historia viva - ¿Tanto van a chillar por un spot publicitario?

Las Malvinas fueron, son y serán argentinas mientras haya un argentino para nombrarlas.
El hundimiento del buque escuela Crucero Ara General Belgrano, fue un crimen de guerra que aún continúa sin condena.

Porque la buena amistad también es amor.

Asombro de lo sombrío

Memoria AMIA

Sólo el amor - Silvio Rodríguez

Aves migrantes

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Feria del Libro de Jerusalem - 2013

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Café literario - Centro de convenciones de Jerusalem

Acto de fe

Necesito perdonar a los que te odiaron y ofendieron a vos. Ya cargo demasiado odio contra los que dijeron que me amaban a mí.

Irse muriendo (lástima que el reportaje sea de Víctor Hugo Morales)

Hubo algo de eso de quedarse petrificado, cuando vi este video. Así, petrificado como en las películas en las que el protagonista se mira al espejo y aparece otro, que también es él o un calco de él o él es ese otro al que mira y lo mira, en un espejo que no tiene vueltas. Y realmente me agarré tal trauma de verme ahí a los dieciseis años, con la cara de otro que repetía lo que yo dije tal y como yo lo dije cuarenta años antes, que me superó el ataque de sollozos de esos que uno no mide. Cómo habrá sido, que mi asistente entró corriendo asustado, preguntándome si estaba teniendo un infarto. A mi edad, haber sido ese pendejo y ser este hombre, es un descubrimiento pavoroso, porque sé, fehacientemente, que morí en alguna parte del trayecto.

Poema 2



"Empapado de abejas
en el viento asediado de vacío
vivo como una rama,
y en medio de enemigos sonrientes
mis manos tejen la leyenda,
crean el mundo espléndido,
esa vela tendida."

Julio Cortázar

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.
1a. edición - bilingüe